Empezamos desde abajo, ahora estamos aquí.

Vendedor Perspectiva de los Vendedores

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Creciendo, aprendí las mismas lecciones sobre la feminidad que la mayoría. Sé pequeña, sé bonita, sé callada, bla-bla-bla *inserta monólogo de película de Barbie aquí*. Una de las cosas más perjudiciales que aprendí es que las mujeres deben ser sumisas. Así fue como empecé: como la chica provocativa de manual, ninfómana, la chica de tus sueños. Poco sabía yo cuán lejos me desviaría de ese estereotipo. Permíteme contártelo.

*se aclara la garganta, golpea el micrófono un par de veces*

Cuando comencé a tener sexo, de inmediato recurrí al porno como una guía de estudio. Siempre he sido una estudiante de sobresaliente, y no iba a empezar a fracasar cuando se trataba de sexo. La cantidad infinita de contenido en Pornhub se convirtió en mi plan de estudios. Estudié las maneras en que las mujeres retorcían sus cuerpos, los sonidos que hacían para ser consideradas sexys y la forma en que llevaban el cabello y el maquillaje. Me sumergí en sus estrategias para chupar penes: cuánto saliva usar, qué tan seguido hacer contacto visual, y la forma “correcta” de acariciar los testículos. Practiqué el sexo oral profundo con varios vegetales. Analicé los algoritmos del sitio web y detecté sin mucho esfuerzo que los videos más populares presentaban a mujeres sumisas que tenían un objetivo: complacer a los hombres por cualquier medio necesario.

De ahí en adelante, me convertí en una experta complaciente de hombres. Una buena chica. Una profesional en batir las pestañas y portar sonrisas tímidas. Sin embargo, tenía un pequeño sucio secreto: en realidad no disfrutaba del sexo. Disfrutaba la validación y el elogio de la misma forma que disfrutaba de mis boletines de calificaciones impecables, pero mis orgasmos eran todos fingidos. Pensé que eso era el sexo: una actuación. Y a los ojos de mis pretendientes, yo era una estrella. En ese momento, eso era todo lo que me importaba. Después de todo, mi sueño era convertirme en actriz.

A medida que fui creciendo, me aburrí. El sexo se volvió agotador y desinteresado. Pensé que debía estar rota. Mis relaciones nunca duraron más de tres o cuatro meses porque los elogios que recibía de ellos perdían su brillo en ese tiempo. Luego pasaba al siguiente.

La primera vez que descubrí la emoción de ser una mujer dominante, tenía 20 años. Pegué a mi novia a la cama y no me detuve sin importar cuánto se agitara. Usé un arnés por primera vez y me sentí en la cima del mundo al ver cómo sus ojos placenteramente se volvían hacia atrás. En los meses (y años) siguientes, mi naturaleza sádica, que hasta entonces había estado suprimida, se convirtió en un atributo valioso. Experimentamos con diferentes juguetes de impacto, vi innumerables tutoriales de bondage en YouTube y el juego de roles se convirtió en el nuevo tema de mis habilidades actorales. La transición de pasiva a dominante se sintió como volver a casa. Se sintió honesto. Se sintió correcto. Ya no tenía que fingir orgasmos. Aleluya. También fue por este tiempo cuando me di cuenta de que no me atraían los hombres (la heterosexualidad obligatoria es un tema completamente diferente que no abordaré aquí).

Cuando me uní a ATW a los 24 años, mi poder se disparó. Sumergí mis lindos deditos de los pies en un mar de fetiches que nunca había considerado… luego me zambullí. Estudié los caminos de las dominatrices de la misma forma que había estudiado mi plan de estudios de Pornhub 10 años antes. Desplazaba el dash durante horas, investigando los perfiles de vendedores experimentados y diseccionando las formas en que se dirigían a sus betas. Admito que implicó algo de ensayo y error - lidié con bastantes perdedores de tiempo en mis primeros días - pero eso nunca quitó la emoción de finalmente comportarme de la manera para la que siempre fui diseñada.

Hoy en día, sobresalgo en mandar a la gente. Siempre priorizo la seguridad y los límites de mis sumisos, por supuesto. Pero una vez que esos están establecidos, es un paseo salvaje del cual soy la capitana. Mejor abróchate el cinturón, cariño. A pesar de no sentir atracción sexual hacia los hombres, me deleito en el placer de ser la reina. Me encanta ser adorada. Espero que mis órdenes sean los deseos de mis betas. Adoro verlos humillarse por mí. El poder es mi bebida favorita.

Por supuesto, estoy abierta a compradores más vainilla que solo estén aquí para disfrutar del aroma y/o sabor de mi dulce coño o mis plantas sudorosas. Pero los verdaderos betas cuyos deseos son complacerme? Esos son mis favoritos.

Mi intención no es lanzar sombra a las mujeres sumisas. Después de todo, mi novia es sumisa, y la amo de todo corazón. Mi intención es solo llamar la atención sobre el poder de la elección: es mi esperanza sincera que todas las mujeres sumisas elijan ceder el control porque las satisface y las excita, no porque eso es lo que se espera de ellas.

Estoy eternamente agradecida por mi experiencia como sumisa porque creo que me ha permitido convertirme en una mejor dominante. Entiendo lo que es estar del otro lado de la ecuación, y lo vulnerable que puede ser ceder el control. También estoy agradecida con esta hermosa comunidad por profundizar mi comprensión y apreciación del fetiche. Adoro cómo los vendedores se apoyan unos a otros, y hay tantos compradores fantásticos que realmente aprecian la divina magia de las mujeres. Les deseo a todos lo mejor en destruir sus propios libros de texto de Pornhub. Espero que todos se diviertan haciendo realidad sus fantasías, por muy poco convencionales que sean.

*beso, guiño, tira el micrófono*

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